Ciudad de México / jueves, 16 de diciembre 2010
N22/ Distrital Revista
A través de los años, los habitantes de la Ciudad de México han sido testigos de cómo la gran urbe se ha modificado. De prados a unidades habitacionales, de cerros y bosques a escuelas, de extensiones de siembra a centros comerciales, de veredas a grandes carreteras y la más significativa: de la máxima extensión lacustre, a grandes edificios.
Pero además de las transformaciones, el Distrito Federal ha pasado de su área central a extenderse hasta conformar lo que hoy son 16 delegaciones que colindan con los estados de México y Morelos. En este sentido, pese a sus miles de habitantes y urbanidad, la gran ciudad aún conserva pueblos que se niegan a olvidar sus propias raíces, su gente labrando la tierra, sus manantiales, sus animales silvestres y sus fiestas tradicionales.
En este sentido, Memoria Fotográfica del Pueblo de Santa Úrsula, del sociólogo y cronista Baltazar Gómez Pérez, es un libro que entre imágenes y relatos en voz de habitantes de la zona, busca guardar en sus páginas aquellos pedregales en que se asentaron sus primeros habitantes, aquellos terregales que poco a poco se convirtieron en caminos y hoy son una de las principales vías de comunicación al sur de la Ciudad: Calzada de Tlalpan.
Memoria Fotográfica del Pueblo de Santa Úrsula, también reúne testimonios de quienes recuerdan como antes de ser denominado Pueblo de Santa Úrsula, fue una Hacienda, que como muchas propiedades de la época revolucionaria, pasó de unas manos a otras entre diferentes transacciones. Aquella Hacienda de 1908, se encontraba entonces en territorio "fuera de la Ciudad".
Pero los orígenes de sus habitantes datan de mucho tiempo atrás. Esta población forma parte de los siete pueblos prehispánicos ubicados en la Delegación Coyoacán, conformados por Los Reyes, La Candelaria, San Pablo Tepetlapa, Los Culhuacanes, Copilco el Alto, Copilco el Bajo y Santa Úrsula.
Los nativos de estas tierras, provienen del pueblo Tecpaneca, cuyo destino ha cambiado radicalmente a raíz del crecimiento de la mancha urbana, derivando así en lo que hoy es un pueblo urbano popular.
Uno de los cambios más significativos de este pueblo en la cuenca sur del Valle de México, se puede leer en Memoria Fotográfica del Pueblo de Santa Úrsula, en las palabras de la señora Viviana Navarro: "El estadio Azteca era el terreno que donaron a la iglesia, pero se lo dieron a cuidar a Don Pedro Méndez, quien lo sembraba. Después estaba el Puente de piedra, la Cantera y la Garita, de ahí salía una sirena y la veía la gente. Mi madrina nos platicaba que salía y se sentaba a calentar y como ellos andaban luego por ahí cuidando a las chivas, los veía y se zambullía, era mitad mujer y mitad pescado, ahí se construyó el Estadio Azteca".
En las 147 páginas de Memoria Fotográfica del Pueblo de Santa Úrsula, su autor muestra la transformación inevitable de un territorio que aún guarda en sus adentros los recuerdos latentes de una ciudad que progresa con la modernidad, sin olvidar sus raíces.
En 2002, Baltazar Pérez Gómez (1959), fue acreedor al Premio Nacional de Cuento "Efraín Huerta", por el texto "Las Arañas se suicidan en la noche". En ese mismo año se le galardonó con el Premio UNAM en literatura, modalidad de cuento, por "El espejo de tía Irma".
Pérez Gómez realizó estudios en Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México, así como una especialidad en Sociología Urbana y un diplomado en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Se ha desempeñado como profesor de educación media superior y superior en diversas escuelas de la UNAM.
Ha escrito en publicaciones como Excelsior, El Día, Raíces, Nuevo Amanecer Queretano, Cambio de Michoacán, entre otros.
Entre sus libros destacan: Los dos Nahuales (1997), Cuentos de ogros para niños (1999), De sueños y de brujos (2001), Los viejos barrios de la ciudad de Querétaro (2003), e Isaac Mendicoa: El tigre del Pedregal (2005).
Con información de la Agencia Cultural N22
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