Ciudad de México / viernes, 24 de diciembre 2010
Distrital Revista
El Centro Histórico de la Ciudad de México constituye en estos días, como cada fin de año, un atractivo para las familias capitalinas, así como para el turismo nacional y extranjero, a pesar de que para algunas personas resulta conflictivo transitar por la zona, ya sea en vehículo o a pie.
Los museos, como el Interactivo de Economía o el de Arte Popular, y las exposiciones como la que se muestra en el antiguo Palacio de Iturbide, son los atractivos del primer cuadro de la ciudad durante todo el año, principalmente para el turismo, y en estas fiestas decembrinas no dejan de serlo.
Sin embargo, los días previos al fin de año la mayor cantidad de personas acude al Centro Histórico a intentar conocer la pista para patinar sobre hielo, el tobogán, la zona para que los niños jueguen “guerritas” o hagan un muñeco de nieve, e incluso si tienen tiempo y paciencia, aventurarse a intentar cualquiera de esas suertes.
Por las noches, entre los atractivos de la zona centro se encuentra también la iluminación que el Gobierno del Distrito Federal (GDF) instaló en las calles. Ésta se puede apreciar mejor mediante los llamados “recorridos nocturnos”, que por 65 pesos permiten al visitante abordar de manera intermitente el “Turibús” que va de la Catedral al Paseo de la Reforma, de las 21:00 a 24:00 horas.
En los alrededores de la Plaza de la Constitución, desde temprana hora se dan cita familias enteras, que entre primos, sobrinos y amigos, llegan a ser de una docena; así como grupos de amigos o parejas que están decididos a esperar hasta dos o tres horas para pisar la pista de hielo y -si su habilidad lo permite- patinar durante 60 minutos.
De acuerdo con los instructores, las filas empiezan a formarse desde las 7:00 horas, y a las personas se les entrega un brazalete que los identifica en el grupo que podrá entrar a la pista a determinada hora, en un horario de servicio de 10:00 a 20:00 horas.
Adicionalmente, señalan que el gobierno local ha puesto en marcha algunos programas para que durante el tiempo de espera los asistentes realicen algún recorrido por inmuebles como la Catedral Metropolitana, aunque estos no son muy socorridos.
Plácido Meléndez, un empleado de una dependencia federal, acudió esta mañana a hacer fila para entrar a la pista con su esposa y tres hijos; todos ellos emocionados por intentar vivir esta experiencia por primera vez.
En breve charla reveló que vinieron “armados” de mucha paciencia por el tiempo que deben esperar, pero con la emoción de entrar a la pista de hielo y tomar fotos a sus hijos de 14, 12 y ocho años, aunque desconoce que hay una pista para menores.
De los recorridos por la Catedral Metropolitana, los museos o por las exposiciones montadas en diversos escenarios prefiere no hablar; “a mí no se me da mucho eso de la cultura, nosotros venimos a la pista y de aquí no nos vamos hasta entrar”.
La fila empieza a avanzar; por el sonido se anuncia que ya están próximos a ingresar a la zona donde les prestan los patines, para enseguida meterse a la pista e intentar no caerse.
La paciencia de Plácido ha rendido frutos. Sin tener experiencia alguna en patinaje sobre hielo, empieza a dar todo tipo de recomendaciones a sus dos hijos mayores, pues al menor tiene la intención de llevarlo de la mano, mientras que su esposa no atina qué hacer, es un manojo de nervios.
En el momento más emotivo, Martha toma la decisión: “mejor yo aquí los espero”, y hasta ahí llegó la paciencia de Plácido. Empieza por intentar convencerla, pero por momentos sube la voz, la emoción de los hijos se vuelve tensa.
Tras unos cinco minutos de charla, de reclamos, entre los que no falta el “entonces para qué veniste”, Plácido y su familia saltan a la pista. Ya no están emocionados, sólo el nerviosismo y algún otro sentimiento los acompañará en este atractivo de fin de año en el Centro Histórico de la ciudad de México. (Con información de Notimex)
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