Ciudad de México/ martes, 22 de febrero 2011
Revista Distrital
•Se trata de piezas únicas que formaron parte de uno de los templos que pudo haber visto Hernán Cortés
Tres dinteles de madera con una antigüedad de entre 500 y 800 años, que formaron parte de alguno de los antiguos templos que pudo haber visto Hernán Cortés al arribar a Tlatelolco, serán mostrados al público por primera vez luego de haber sido restaurados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), en un proceso que duró más de 15 años.
Los antiguos elementos arquitectónicos, con un peso de 200 kilos cada uno, son considerados de los pocos ejemplares de la época prehispánica encontrados hasta hoy, y serán exhibidos como parte de las piezas prehispánicas destacadas “de las más de 400” que conformarán la magna exposición Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente, curada por el maestro Eduardo Matos Moctezuma, y que se presentará en el Museo Nacional de Antropología a partir de los primeros días de marzo próximo.
Se trata de una exposición que de manera inédita reunirá en un mismo techo más de cuatro centenares de piezas prehispánicas de las antiguas urbes de Monte Albán, Palenque, El Tajín, Teotihuacán, Tenochtitlán y Tlatelolco.
A través de dicho acervo por primera vez se abordarán estas importantes civilizaciones a partir del entorno ambiental y social en que florecieron.
Los dinteles de Tlatelolco fueron hallados en septiembre de 1992, durante los trabajos de construcción del edificio que ocupara entonces la Cancillería mexicana “en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas”.
Ese mismo año, luego de valorar su estado de conservación, toda vez que permanecieron sumergidos en el subsuelo por alrededor de 600 años, se proyectó un método para frenar su deterioro, que dio comienzo en 1993.
"Sin duda, los dinteles rescatados formaban parte de alguno de los edificios que impresionaron a Hernán Cortés al arribar a Tlatelolco, mismos que presentan una escena en secuencia tallada en bajorrelieve, lo que sugiere que debieron formar parte de un mismo templo con tres accesos", indicó la arqueóloga del INAH Margarita Carballal, quien encabezó las labores de salvamento de las piezas hace ya casi dos décadas.
"El rescate se hizo en condiciones difíciles porque se encontraban a nivel freático y cubiertos de lodo", recordó la investigadora, al referir que la antigüedad de las piezas se ha estimado corresponden al momento del esplendor de Tlatelolco, hacia el Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.).
Las piezas elaboradas en madera de pino ayacahuite, tienen una longitud de 1.90, 2.20 y 2.35, entre 50 y 60 cm de anchura y de 20 a 26 cm de espesor, las cuales habrían correspondido a la parte superior de las entradas de un edificio que pudo haber tenido un uso cívico-religioso, esto de acuerdo con documentos históricos que hacen referencia a templos en el área donde fueron hallados.
Por su parte, Luisa Mainou, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, responsable de la preservación de estos elementos arquitectónicos a lo largo de década y media, informó que al llegar a los talleres, la madera estaba anegada, es decir que las piezas se encontraron saturadas de agua e incluso con algunas partes en estado de putrefacción, lo que se tradujo en la pérdida de propiedades físico-mecánicas y químicas que caracterizan a la madera sana.
No obstante, "considerando que las piezas estuvieron en agua alrededor de 600 años, el estado de conservación aún era bueno, lo que se debió principalmente al tipo de madera y a su espesor, ya que si hubiesen sido delgadas se habrían desintegrado, porque toda la parte externa ya estaba podrida", detalló la restauradora.
La intervención de las piezas dio comienzo con un estudio de las condiciones físico-mecánicas y químicas de la madera, que permitió determinar diferentes estados de deterioro de afuera hacia adentro.
Posteriormente, se dio paso a la limpieza y aplicación de un tratamiento preventivo para evitar la desecación de los maderos, así como la aplicación de fungicidas para evitar la aparición de hongos.
Luisa Mainou abundó que para realizar el retiro del agua de la madera, se recurrió al método de secado en húmedo, que consiste en secar la madera paulatinamente por medio de la sustitución del líquido por un polímero, para conservar el volumen y la forma de cada pieza sin que se colapse y pulverice la madera.
Así mismo, las piezas que pesaban aproximadamente 300 kg al momento de su hallazgo, redujeron su peso a lo largo de más 15 años en los que se hizo dicha sustitución del agua, recuperando además un nivel estructural aceptable que permite manipularlas con mayor seguridad, abundó la restauradora.
Además, dijo, durante la última etapa de restauración se realizó la consolidación de los dinteles, con la que se garantizan las condiciones necesarias para ser exhibidas por primera vez, logrando con ello la resignificación de estas piezas al devolverles su valor histórico y estético.
La restauradora Mainou comentó que el dintel denominado 248, implicó un trabajo mayor, debido a que presentaba una fractura longitudinal; las dos partes se tuvieron que unir mediante un método que llevó varios meses diseñar.
Puntualizó que los diferentes procesos de conservación que se han aplicado a los dinteles de Tlatelolco, son resultado de varios años de investigación previa, toda vez que cada pieza tuvo un comportamiento distinto a pesar de provenir del mismo lugar.
"Ha sido una tarea delicada y paulatina en la que en todo momento hay que ser creativos porque no podemos copiar los procesos europeos debido a que no responden a las características de México".
Iconografía de los dinteles de Tlatelolco
De acuerdo con la arqueóloga Margarita Carballal, los dinteles provenientes de la ciudad gemela de Tenochtitlán, son una muestra singular de la compleja iconografía prehispánica.
En uno de ellos se observa a personajes en procesión hacia un centro donde hay un disco solar adornado con dos grandes piedras de jade o chalchihuites que simbolizan el agua o lo precioso.
Alrededor de ese anillo hay 18 círculos pequeños y seis rayos solares, al centro se observa el glifo ollin que representa el movimiento.
Los individuos están ricamente ataviados y portan distintos símbolos y elementos, algunos relacionados con deidades vinculadas con la lluvia.
La exhibición de los tres dinteles por vez primera, tendrá lugar en Sala de Exposiciones Temporales del Museo Nacional de Antropología, como parte de la muestra Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente, que de manera inédita reunirá 400 piezas prehispánicas de las antiguas urbes de Monte Albán, Palenque, El Tajín, Teotihuacán, Tenochtitlán y Tlatelolco.
Con información de la Agencia Cultural N22 e INAH
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