Ciudad de México / lunes, 29 de noviembre 2010
N22/ Distrital Revista
El ferrocarril es el ícono por antonomasia de la Revolución Mexicana. La estación Buenavista vio partir y llegar a las tropas desde sus umbrales, recordó la historiadora María Carmina Ramírez Maya, de la Coordinación de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), durante la conferencia "La estación Buenavista: un ícono revolucionario".
En el Museo de los Ferrocarrileros, la especialista narró cómo esta emblemática estación "que sobrevive a nuestros días y conserva aún su esencia de ser una puerta de entrada al Distrito Federal, ahora a través del Tren Suburbano" se ubica en los márgenes del antiguo barrio de Cuepopan, que a finales del siglo XIX representó la llegada de la modernidad a la Ciudad de México.
Durante el ciclo de conferencias La Revolución Mexicana sobre Rieles, que organiza la Secretaría de Cultura a través de la Coordinación de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, Carmina Ramírez hizo una crónica de la llegada del ferrocarril al país y de cómo éste cambió radicalmente la fisonomía del territorio, la economía de algunos sectores de la sociedad y la vida de muchos.
Recordó que hacia finales del siglo XIX el mundo entero se transformó, pues las poblaciones iniciaron un nuevo modo de vida en torno a las vías del tren, y México no fue la excepción, aunque para los vecinos de las colonias Guerrero, Degollado y Humboldt, donde se estableció la principal estación de la ciudad, la llegada del ferrocarril lejos de mejorar su situación empeoró la inseguridad, y hacia 1893 estos habitantes se quejaban también de la basura que generaba.
"Es importante ver los grandes contrastes, con el lujo que muchas veces desfilaba dentro de las instalaciones de la estación Buenavista, que mostraba a la elite porfiriana de inicios del siglo XX, y las fotografías tomadas a los exteriores de la misma por la cámara Casasola, de los revolucionarios reales", apuntó.
Hizo notar que desde su fundación, la estación Buenavista no perdió su carácter popular, idea que se acrecentó en el imaginario popular cuando Casasola plasmó de manera inconsciente, escenas de la lucha armada, con el trasfondo de las colonias circundantes.
Estación Buenavista: "testigo mudo de los andares, de las andanzas y de los amores de las adelitas, de las eternas despedidas, de los nuevos actores sociales y del pueblo en medio de la política.
A pesar de los destrozos que vio sufrir en sus venas, en sus caminos, permaneció intacta frente a los movimientos revolucionarios, y fue el hombre del siglo XXI quien la destruyó de un sólo golpe y sin piedad. Sin embargo, la estación y la vida de los ferrocarrileros es y será siempre parte integral de nuestra historia, pues se trata de un ícono que trascendió al tiempo, la guerra y que, aunque sea por este tipo de conferencias, continúe vivo en la memoria colectiva", finalizó.
Con información de la Agencia Cultural N22
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